Según informa Hürriyet Daily News, un nuevo crimen “de honor” ha sido cometido en Turquía contra una persona LGTB. En este caso, la víctima ha sido Ramazan Çetin, una joven transexual de 24 años, asesinada por su propio hermano, de 27. “He limpiado mi honor”, ha manifestado el asesino tras acabar con la vida de su hermana.
El asesinato ha tenido lugar este viernes en la provincia turca de Gaziantep. La joven se encontraba ingresada en un hospital debido a las fracturas sufridas días antes por una caída desde un lugar elevado. Su hermano, Fevzi Çetin, se presentó allí y le disparó tres balas a bocajarro, una de ellas en la cabeza. Posteriormente se entregó a la Policía. “Mi hermano había caído en el travestismo. Lo he matado”, llegó a decir. “He limpiado mi honor”, añadió.
La joven Ramazan Çetin, consciente de la hostilidad de su familia, se mantenía alejada de esta desde hacía dos años. Desgraciadamente no ha podido evitar ser finalmente asesinada. Descanse en paz.
Turquía: una realidad difícil para las personas LGTB
Turquía ofrece un marco de mucha más libertad a las personas LGTB que otros países musulmanes, pero este colectivo sufre todavía importantes problemas de discriminación y violencia. Las relaciones homosexuales no son delito, pero persisten leyes que castigan el “escándalo público” y penden como una espada de Damócles sobre gays y lesbianas, mientras que la homosexualidad es considerada una enfermedad por el Ejército.
Pero la realidad social es, desgraciadamente, peor que la jurídica. Según Amnistía Internacional, que hace varios meses hizo público un informe sobre la situación de las personas LGTB en Turquía, 16 de ellas fueron asesinadas en 2010 por su orientación sexual o identidad de género. Se sospecha que esta cifra es en realidad mayor. Los crímenes de honor, por los cuales personas LGTB son asesinadas por su propia familia, como le ha sucedido a Ramazan Çetin, siguen siendo una realidad. Un ejemplo conocido por los lectores de dosmanzanas fue el asesinato del joven Ahmet Yildiz en 2008.
La situación empeora en el caso de las mujeres transexuales, que si bien pueden acceder al proceso de reasignación sexual y modificar su situación registral, son en muchos casos repudiadas por su familias y obligadas a ejercer la prostitución. A diario son detenidas bajo la acusación de alteración del orden público y llevadas a comisaría donde frecuentemente son víctimas de la violencia policial, como denunciaba también Amnistía Internacional. Hace año y medio nos hacíamos eco, por ejemplo, de la agresión a un grupo de activistas transgénero del colectivo Pembe Hayat.
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