Joseph Ratzinger ha finalizado su breve estancia en España, tras visitar Santiago de Compostela y Barcelona, con motivo del año jacobeo y la consagración del templo de la Sagrada Familia. Ratzinger no ha desaprovechado la ocasión para expresar, una vez más, la particular inquina de la jerarquía católica hacia las familias formadas por parejas del mismo sexo. La visita de Ratzinger, sin embargo, no ha sido el camino de rosas al que los papas estaban acostumbrados en sus viajes a España. El entusiasmo de sus seguidores ha sido sensiblemente menor, y la respuesta de colectivos laicos y LGTB ha sido significativa.
Respecto a las palabras de Ratzinger, pocas sorpresas, más allá de su alusión al supuesto “secularismo agresivo” que en su opinión vive España y que comparó al de “los años treinta”. El desprecio a las familias formadas por parejas del mismo sexo ha constituido uno de los ejes centrales de su mensaje, como era de esperar en el país que fuera hace ya más de cinco años el tercero del mundo en reconocer a gays y lesbianas el derecho a contraer matrimonio civil. “El amor indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural”, ha afirmado Razinger durante la homilía de la misa que ha celebrado en Barcelona. Ratzinger ha pedido a los estados dar “atención, protección y ayuda” a la familia tradicional. Nada nuevo, en este sentido.
Por lo que se refiere a las expectativas de público, ni en Santiago de Compostela ni en Barcelona la iglesia católica ha visto cubiertas sus expectativas. La decepción era evidente en Santiago entre comerciantes y hosteleros, e incluso entre los fieles desplazados a la capital gallega. En Barcelona la acogida a Ratzinger ha sido, si cabe, más fría. La decepción entre los que pensaban hacer su agosto ha sido similar. Y, más allá de una abarrotada Sagrada Familia, el Papa ha incapaz de atraer grandes multitudes.
Valientes besadas
Entre las muestras de oposición a la visita, los manifestantes LGTB han tenido un papel predominante. De todos los actos convocados, sin duda han sido las besadas de parejas del mismo sexo ante la comitiva papal las que más eco han tenido. Han ocurrido tanto en Santiago como en Barcelona, ciudad en la que la convocatoria de una besada ante la Catedral llegó a ser censurada en Facebook.
Pese a algunos incidentes verbales, los asistentes se han podido besar en libertad…
Breves encuentros con Rajoy y Zapatero
Antes de volar de vuelta a Roma, Ratzinger ha tenido un breve encuentro con el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha asistido a ninguno de los actos religiosos celebrados por el Papa en España. Una inasistencia que, por cierto, no ha gustado nada al Partido Popular (PP), pese a que el Gobierno ha estado representado en todo momento por otros miembros del Gobierno. Ayer mismo, la presidenta del PP de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, reprochaba a Zapatero que “hiciera gala de su agnosticismo” y expresaba que era obligación de Zapatero asistir, ya que el Papa es un jefe de estado.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, había sido ya recibido en Santiago por Ratzinger. Rajoy acudió al encuentro acompañado de su esposa y expresó su deseo de que la visita del Pontífice “dé fuerzas a todos” para superar el “momento difícil” que vive España.
Respecto a las palabras de Ratzinger, pocas sorpresas, más allá de su alusión al supuesto “secularismo agresivo” que en su opinión vive España y que comparó al de “los años treinta”. El desprecio a las familias formadas por parejas del mismo sexo ha constituido uno de los ejes centrales de su mensaje, como era de esperar en el país que fuera hace ya más de cinco años el tercero del mundo en reconocer a gays y lesbianas el derecho a contraer matrimonio civil. “El amor indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural”, ha afirmado Razinger durante la homilía de la misa que ha celebrado en Barcelona. Ratzinger ha pedido a los estados dar “atención, protección y ayuda” a la familia tradicional. Nada nuevo, en este sentido.
Por lo que se refiere a las expectativas de público, ni en Santiago de Compostela ni en Barcelona la iglesia católica ha visto cubiertas sus expectativas. La decepción era evidente en Santiago entre comerciantes y hosteleros, e incluso entre los fieles desplazados a la capital gallega. En Barcelona la acogida a Ratzinger ha sido, si cabe, más fría. La decepción entre los que pensaban hacer su agosto ha sido similar. Y, más allá de una abarrotada Sagrada Familia, el Papa ha incapaz de atraer grandes multitudes.
Valientes besadas
Entre las muestras de oposición a la visita, los manifestantes LGTB han tenido un papel predominante. De todos los actos convocados, sin duda han sido las besadas de parejas del mismo sexo ante la comitiva papal las que más eco han tenido. Han ocurrido tanto en Santiago como en Barcelona, ciudad en la que la convocatoria de una besada ante la Catedral llegó a ser censurada en Facebook.
Pese a algunos incidentes verbales, los asistentes se han podido besar en libertad…
Breves encuentros con Rajoy y Zapatero
Antes de volar de vuelta a Roma, Ratzinger ha tenido un breve encuentro con el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha asistido a ninguno de los actos religiosos celebrados por el Papa en España. Una inasistencia que, por cierto, no ha gustado nada al Partido Popular (PP), pese a que el Gobierno ha estado representado en todo momento por otros miembros del Gobierno. Ayer mismo, la presidenta del PP de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, reprochaba a Zapatero que “hiciera gala de su agnosticismo” y expresaba que era obligación de Zapatero asistir, ya que el Papa es un jefe de estado.
El presidente del PP, Mariano Rajoy, había sido ya recibido en Santiago por Ratzinger. Rajoy acudió al encuentro acompañado de su esposa y expresó su deseo de que la visita del Pontífice “dé fuerzas a todos” para superar el “momento difícil” que vive España.
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