Comienzan a dejarse notar las consecuencias sobre los derechos LGTB de la aplastante victoria de la derecha conservadora en las pasadas elecciones generales de Hungría. Por lo pronto, una nueva Constitución definirá el matrimonio como exclusivo entre un hombre y una mujer.
Una especificación innecesaria a día de hoy, dado que Hungría no permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero que tiene en cualquier caso un indudable valor simbólico. Está por ver, sin embargo, si además de elevar a rango constitucional la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo la derecha conservadora (Fidesz) intentará recortar de alguna manera los derechos de los que gozan las parejas del mismo sexo gracias a la vigente legislación de uniones civiles. Una legislación que fue aprobada por socialistas (ylos minoritarios liberales) antes de las elecciones, y que tiene además el aval del propio Tribunal Constitucional húngaro, pese a que el Fidesz se opuso de forma rotunda y la consideró “inconstitucional”.
Tras las elecciones del pasado mes de abril, el Fidesz (52′7% de los votos) dispone de una aplastante mayoría en el Parlamento, con más de dos tercios de los escaños, lo que le da la posibilidad de aprobar todos los cambios constitucionales que desee sin necesidad de negociar con otras fuerzas. El otro gran ganador de las elecciones, por cierto, fue el Jobbik (16′7% de los votos), partido de extrema derecha que quedó en tercer lugar, a no demasiada distancia de los socialistas (19′3%) y que es abiertamente homófobo.
Una especificación innecesaria a día de hoy, dado que Hungría no permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero que tiene en cualquier caso un indudable valor simbólico. Está por ver, sin embargo, si además de elevar a rango constitucional la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo la derecha conservadora (Fidesz) intentará recortar de alguna manera los derechos de los que gozan las parejas del mismo sexo gracias a la vigente legislación de uniones civiles. Una legislación que fue aprobada por socialistas (ylos minoritarios liberales) antes de las elecciones, y que tiene además el aval del propio Tribunal Constitucional húngaro, pese a que el Fidesz se opuso de forma rotunda y la consideró “inconstitucional”.
Tras las elecciones del pasado mes de abril, el Fidesz (52′7% de los votos) dispone de una aplastante mayoría en el Parlamento, con más de dos tercios de los escaños, lo que le da la posibilidad de aprobar todos los cambios constitucionales que desee sin necesidad de negociar con otras fuerzas. El otro gran ganador de las elecciones, por cierto, fue el Jobbik (16′7% de los votos), partido de extrema derecha que quedó en tercer lugar, a no demasiada distancia de los socialistas (19′3%) y que es abiertamente homófobo.
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