06 septiembre 2010

Alto cargo de la iglesia católica británica reprocha a la sociedad de su país la “feminización de la masculinidad”

Edmund Adamus, director de asuntos pastorales del arzobispado de Westminster y consejero del arzobispo Vincent Nichols (primado de la iglesia católica de Inglaterra y Gales), ha lanzado durísimas críticas tanto a la sociedad británica como a su clase política por conceder derechos a las parejas del mismo sexo. Ya en un plano más general, ha atacado lo que llama “feminización de la masculinidad” y ha llegado a decir que el uso de anticonceptivos produce esterilidad.

En un ataque frontal al sistema político de su país, Adamus ha cargado expresamente contra la actividad legislativa del Parlamento británico durante los últimos cincuenta años, a la que ha acusado de convertir a Gran Betaña en un país que “culturalmente hablando” es hoy día más anticatólico que naciones como Arabia Saudí, Pakistán o China, donde según afirma el cristianismo está perseguido. Adamus considera que las leyes del aborto o las que conceden derechos a las parejas del mismo sexo han convertido al Reino Unido en “el epicentro geopolítico de la cultura de la muerte”. Adamus ha llegado a calificar al país como “wasteland” (expresión que en castellano podríamos traducir como “tierra baldía”, “erial” o “tierra echada a perder”).

Pero no ha quedado ahí. Adamus ha criticado lo que, según él, supone en la actual sociedad británica “la feminización de la masculinidad” y, como contrapunto, la obsesión que según el tienen chicas jóvenes y mujeres por comportarse como hombres. Adamus ha cargado también contra la contracepción, afirmando que el uso de la píldora anticonceptiva produce esterilidad crónica.

Las poco diplomáticas palabras de Adamus a pocos días de la ya de por sí polémica visita de Joseph Ratzinger al Reino Unido han causado consternación, incluso entre algunos de sus propios correligionarios. Un portavoz del arzobispo Nichols se ha apresurado a afirmar que Adamus ha hablado “a título personal” y no en nombre del arzobispo.
FUENTE: DOSMANZAS.COM


El Ayuntamiento de Tarragona declara la guerra al cruising

El Ayuntamiento de Tarragona ha declarado la guerra al cruising, una actividad que se viene practicando en el entorno boscoso de la playa tarraconense de Els Capellans desde hace años. Con patrullas constantes, la Guardia Urbana presiona a todos aquellos que se acercan con objeto de entablar contacto y tener sexo en el lugar. El Ayuntamiento, gobernado por una coalición PSC-ERC, responde así a las quejas de vecinos de Cala Romana, una urbanización cercana.

El cruising, cuyo origen histórico fue la necesidad de relacionarse y mantener relaciones sexuales furtivas debido a la represión existente, se ha convertido con el paso de los años en una práctica muy arraigada en la subcultura gay, practicada por una parte del colectivo homosexual que ya no está necesariamente en el armario. Tiene sus reglas y sus propios códigos, y se practica en lugares en los que generalmente existe una larga tradición al respecto. “En ese bosque hay de todo. Los hay que son personas casadas y con doble vida, que buscan discreción. Personas abiertamente gays, muchas de ellas conocidas entre sí, algunos grupos de amigos. Y también algún chapero, pero los menos”, explica Joan, de 21 años, cruiser y visitante asiduo de la zona, que argumenta que esta playa siempre fue un punto de encuentro “conocido y aceptado por todos”. Joan no se explica que ha pasado ahora para que cambie la situación. “Antes no se cabía. Pero ahora en Els Capellans nos hacen la vida imposible, y no acabo de entender las razones”, se lamenta.

La Guardia Urbana de Tarragona no puede sancionar el cruising porque la ley no lo prohíbe, pero los agentes hostigan y ponen las cosas difíciles a los que lo intentan. El concejal responsable, Carles Castillo, niega que la operación esconda motivos homófobos. “No tenemos nada contra el colectivo homosexual. Nuestra misión es garantizar que el espacio público es de libre disfrute para todos, no sólo para una minoría”, asegura. “Si las relaciones fueran heterosexuales nos hubiéramos quejado igual. Lo único que queremos es poder pasear con nuestros hijos tranquilamente”, afirma por su parte Pau Brull, presidente de la asociación de vecinos de Cala Romana.

El colectivo LGTGB tarraconense H2O está en contra de esta presión policial. “Antes que perseguir y castigar, habría que entender. Con la crisis, muchos jóvenes tienen que ahorrarse las copas en los locales de ambiente y ligar en la playa”, asegura además Robert Bonet, miembro del colectivo. Según los voluntarios de H2O, que precisamente reparten información y preservativos en zonas de cruising, esta práctica ha aumentado en Tarragona un 80% en los últimos años, al mismo tiempo que varios locales de ambiente han cerrado sus puertas en la zona.

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