01 septiembre 2010

Me molestan porque soy gay

``Marica'', ``maraco'', en el caso de un hombre. ``Lesbi'', ``tortillera'', cuando se trata de una mujer. Hay decenas de nombres que se utilizan peyorativamente para referirse a una persona que es homosexual.

Los jóvenes de tendencia homosexual, bisexual o transgénero escuchan ese tipo de nombres por parte de sus compañeros, unas 26 veces al día, según Mental Health America, (MHA por sus siglas en inglés) una entidad sin fines de lucro que se dedica al bienestar mental de las personas.

Pero además tienen que soportar otras formas de intimidación o bullying como se conoce en inglés.

``Les pegan con la bandejas de la cafetería, en los pasillos les gritan, y el joven no cuenta nada porque sabe que no puede hablar de eso con su papá'', dice Eva Leivas-Andino, directora del programa en español del Instituto Yes, que tiene como fin educar sobre el tema y evitar el suicido entre los gays.

``Lo más triste es que muchas veces son los padres los primeros en rechazar al hijo'', señala Mónica Sánchez, especialista familiar de Alianza para Gays, Lesbianas, Bisexuales, Transgénero y Jóvenes que se cuestionan (GLBTQ por sus siglas en inglés). La Alianza también se dedica a educar a la comunidad así como a familias sobre el tema.

Datos del Instituto Yes señalan que los jóvenes que se identifican como homosexuales y que además ha sido rechazados por sus padres son hasta ocho veces más propensos al suicidio que los adolescentes heterosexuales.

Para ayudar a que el joven pueda manejar las burlas y frenar los abusos por parte de sus compañeros y otras personas que lo rodean, la familia debe hablar con los hijos de la homosexualidad desde temprana edad, afirma Leivas-Andino.

Andrés, un hombre gay de 50 años, no se suicidó pero lo pensó porque se sentía rechazado. ``Crecí en un ambiente muy reprimido donde nunca tuve la oportunidad de ser quien realmente era'', explica. ``Mi padre era muy machista y estaba constantemente haciendo chistes contra los homosexuales'', relata. Aprendió a autocensurarse y cuando se abrió con su mamá, ella le contestó, ``si piensas que es bueno, sigue, y si no, déjalo de lado''. Andrés le explicó que, ``la sexualidad no se elegía''.

Además de hablar del tema, al niño hay que reafirmarle que ``siempre será aceptado pase lo que pase'', señala Sánchez.

Hay que lograr que el joven tenga la confianza de ir donde sus padres a buscar ayuda si el bullying persiste. ``Los niños se dan cuenta cuando en la familia el tema es un tabú y cuando se hacen chistes derogatorios sobre los homosexuales'', dice Leivas-Andino.

Un niño sabe, desde los nueve o 10 años, que es diferente a los demás y también es capaz de distinguir cuando la homosexualidad no es aceptada. ``Entonces desarrollan un mecanismo de defensa, y no se atreven a contar lo que les sucede en su vida porque significa delatarse'', comenta.

Al respecto, Andrés recuerda que había momentos en que siempre quiso la aceptación de sus padres o poder contarles quién realmente era.

``La comunicación siempre debe ser abierta y los padres deben ser proactivos, de manera que si hay problemas, el joven tenga la confianza para contarles'', opina Sánchez.

Si su hijo no le comenta nada de su vida a sus padres y todo parece bien, Sánchez recomienda que de igual forma hay que estar atentos a algunas señales. ``Algunas señales de alerta son cuando el joven se encierra en su habitación, cuando llora demasiado o no quiere ir a la escuela'', agrega.

Tanto el Instituto Yes como GLBTQ ofrecen talleres para los padres que necesitan ayuda no sólo para abordar el tema, sino para proteger a su hijo de cualquier abuso.

En Florida existe la Ley Jefferey Johnston Defiende a Todos los Estudiantes, que le da facultades legales a la escuela para que intervenga y mantenga informados a todos los padres sobre cualquier incidente que se haya reportado. La ley también prohíbe la intimidación por medio del uso del teléfono celular (mensaje de texto) y el Internet.

Por otra parte existe Safe Schools of Florida, entidad que elabora normas para que los colegios públicos sean un ambiente seguro para los alumnos.


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